Teniendo en cuenta el esfuerzo que representa generar contenidos en línea dedicados a la teleformación, el coste de adquisicion de las competencias tecnológicas necesarias para poder desarrollar estos contenidos con un mínimo de calidad y las compensaciones que ofrece la universidad, el CoVid19 ha venido como agua de mayo en marzo:
- Por real decreto universitario, se ha tomado la medida de choque de pasar TODA la docencia tradicional y presencial, a docencia EN LÍNEA.
- Si bien inicialmente se decidió la suspensión en todos los campus de todas las actividades extraacadémicas, de extensión universitaria, culturales, deportivas, de formación permanente, actos y eventos en sedes universitarias, jornadas y, en general, todas las que no correspondan a la docencia reglada, posteriormente la presencia física en la universidad está prohibida.
- Por lo tanto, no puedes contar con asistencia técnica ni infraestructura para poder realizar los contenidos docentes necesarios para poder impartir la docencia en línea.
Es decir, que tienes que convertir de golpe, toda la docencia que tienes presencial en docencia a distancia, quemando tus vacaciones de Fallas y de Semana Santa/Pascua para preparar todo el contenido, tienes que aprender tecnologías de gestión de asignaturas en línea de terceros, que no son tecnologías abiertas y son dependientes totalmente de estos terceros: O365, Teams, Skype, Meet, Zoom...
Tienes que aprender a realizar contenidos docentes nuevos y todo además, te lo costeas tu y contrarreloj.
De repente, con coste cero, tienes a todos los profesores universitarios quemando más horas que un reloj, autoformándose y preparados para realizar el salto universitario a distancia de toda la universidad española, sin prácticamente gasto ni reconocimiento docente de ningún tipo.
En el principio, el profesorado sólo tenía un tipo de alumno normalizado al que tenía que darle servicio: el presencial. La cantidad de alumnos que trabajaban e iban obteniendo la titulación era insignificante. Este perfil fue incrementando su número y pronto se añadió a la docencia como otro perfil propio al que había que satisfacer. Así apareció la necesidad e adaptar todas las asignauras también para los alumnos no presenciales. Erasmus y demás alumnado extranjero, añadió otro perfil a la lista de la tipología de alumnado a la que tenemos que dar servicio.
Con este personal ya autoformado forzosamente para la educación a distancia, ahora, la universidad ya puede añadir a esta lista a los alumnos de educación a distancia, no sólo no presenciales, sino presenciales a distancia. Y todo a coste cero. Porque a estos alumnos se les cobrará matrícula a distancia, pero a los profesores que se tengan que hacer cargo de su gestión, se les incrementará su carga de gestión y su carga docente, pero n osu sueldo.
El CoVid ha resultado ser un negocio redondo.
En el principio, el profesorado sólo tenía un tipo de alumno normalizado al que tenía que darle servicio: el presencial. La cantidad de alumnos que trabajaban e iban obteniendo la titulación era insignificante. Este perfil fue incrementando su número y pronto se añadió a la docencia como otro perfil propio al que había que satisfacer. Así apareció la necesidad e adaptar todas las asignauras también para los alumnos no presenciales. Erasmus y demás alumnado extranjero, añadió otro perfil a la lista de la tipología de alumnado a la que tenemos que dar servicio.
Con este personal ya autoformado forzosamente para la educación a distancia, ahora, la universidad ya puede añadir a esta lista a los alumnos de educación a distancia, no sólo no presenciales, sino presenciales a distancia. Y todo a coste cero. Porque a estos alumnos se les cobrará matrícula a distancia, pero a los profesores que se tengan que hacer cargo de su gestión, se les incrementará su carga de gestión y su carga docente, pero n osu sueldo.
El CoVid ha resultado ser un negocio redondo.