Si bien durante años, la universidad ha estado insistiendo en técnicas docentes como la docencia inversa, los MOOCs o la teleformación, la respuesta, aunque notoria, no ha sido muy intensa. La justificación a esta respuesta, no tan masiva como se esperaba, cae siempre en el mismo concepto: coste cero. Es decir, coste para el profesor y cero para la universidad. Veamos,
- Realizar docencia a distancia requiere una infraestructura que no siempre la universidad está dispuesta a pagar: cámaras, cromas, micros,... que muchas veces tienen que se rcosteados por el propio profesor en base a remanentes que han quedado de proyectos de investigación anteriores.
- La infraestructura de grabación de estos contenidos docentes obliga a mucha burocracia, reserva de espacios, supervisión de personal técnico externos,.. siendo en muchos casos disuasorios para el profesor que no dispone de tanto tiempo, incluidos los tiempos de desplazamiento a la infraestructura de grabación. Además, en muchas ocasiones, la disponibilidad del profesor no coincide con la de la infraestructura.
- Es mejor disponer de una rudimentaria infraestructura en el despacho donde se pueda realizar la grabación según la disponibilidad del profesor.
No sólo se trata de disponer de infraestructura para la grabación. Desarrollar o adaptar el contenido de la docencia a impartir no es una tarea trivial y además luego hay que ensayar y finalmente realizar la grabación en falso directo. Aproximadamente se suele emplear alrededor de una hora de trabajo de media por cada 5 minutos de grabación, siendo ya un profesor experimentado en la roducción audiovisual.
Es decir, para grabar una hora de contenido docente se necesita al menos unas 12-15 horas de trabajo asumiendo que los contenidos ya están coneccionados en la asignatura presencial. Es decir, que para grabar cada clase de dos horas, se necesita casi una semana de trabajo.
Dicho en otras palabras, cambiar una asignatura de presencial a formación a distancia requeriría el trabajo de todo un cuarimestre ya que además involucra el cambio de metodologías docentes.
Las facilidades y ayudas de tipo económico que ofrece la universidad para poder realizar estos contenidos no cubren, ni de lejos, el coste del cambio. Todavía resulta chocante la cantidad de contenidos que se han migrado a formato digital y remoto dadas las circunstancias. Siempre con un alto coste para el profesor que además no ve reconocido su esfuerzo mediante ninguna descarga de trabajo docente en otras asignaturas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario