Felicitaciones
No hace mucho, recibí una carta en papel, a la vieja usanza, firmada de puño y letra por el excelentísimo y magnífico en la que textualmente me decía
"Me es grato transmitirle la enhorabuena en nombre de
la Universitat Politècnica de València, y mi felicitación
personal, por el magnfico resultado que has logrado en el proceso
de medición y evaluación de la calidad docente, bla, bla, bla, al
obtener la calificación de Excelente en el Indice de Actividad Docente."
Sigue la misiva embadurnando
"Constituye un orgullo para esta Universitat Politècnica de València contar con un profesorado comprometido, que se implica en la labor docente con la dedicación e intensidad que tú has demostrado"
No sólo esto sino que además, sigue afirmando el magnífico señor que
"... resulta aún más satisfactorio constatar la positiva valoración que recibes por parte del alumnado que te ha demostrasto el aprecio y la consideración por tu sobresaliente trabajo."
No sigo con el pie de página porque vais a pensar que este post es fruto de mi deseo de ser adulado.
Consecuencias
Debido a mis desvelos académicos, a mi profesionalidad reconocida, ni más ni menos que por el mismísimo rector de la UPV; debido al reconocimiento que me han otorgado mis alumnos, debido a todo esto, esta año tengo que asumir 3.75 créditos más de docencia e impartir 9 asignaturas diferentes habida cuenta de la especialidad que imparto y de la atomización exagerada en la que han caído los planes de estudios.
Es decir, que como soy tan bueno, es una lástima desperdiciarme y como consecuencia de mis desvelos, este año, cobrando menos que el año pasado (complemento de productividad investigadora correspondiente a 2019 no se ha pagado ni se pagará bajo coartada del CoViD19), deberé dar un 15% más de docencia. Mi productividad se ha incrementado, por real decreto, un 20% en un solo año. Es lo que tiene ser excelente, como el rector.
De esta manera, los profesores que se dedican a investigar, siempre según el ministerio que lo reconoce, y que imparten por ello menos clases, podrán seguir dando menos clases gracias a los sexenios de investigación. sexenios inalcanzables para los profesores titulares que queremos también investigar y que jamás podremos alcanzar porque una vez hundido en el pozo de los 32 créditos, sin tiempo para nada más que no sea la docencia, jamás podremos salir de nuestro atolladero gracias a la decisión del señor Wert, secundada tanto por Rajoy como por Zapatero como por Sánchez.
Sin tiempo para investigar, sin méritos de investigación que poder aportar para poder competir en el durísimo mercado de ayudas estatales para la investigación y sin proyectos, becarios, doctorandos que te puedan ayudar, nuestro triste destino es ser fagocitados por la bestia en la que se ha convertido la universidad que, en sus ansias de obtener carne de aula a buen precio, no duda, como hacía Saturno, en deborar a sus propios hijos.
Corolario
Cuando era pequeño, a veces, hacíamos la guerra contra el barrio vecino al nuestro y, de forma coordinada, nos juntábamos todos los de este barrio para tirar piedras contra el otro. Lo que más molestaba no es que te dieran una pedrada en la cabeza y que comenzaras a chorrear sangre, aunque también doliera lo suyo. No era el acto en si mismo, sino que además, se te reían los contrarios y se enorgullecían de haberlo hecho. Al igual que Jesús, cosido por clavos de obra bastos por culpa de la decisión del sanedrín, tenía que soportar los sarcasmos de los sumos sacerdotes que le invitaban a bajarse de la misma si era realmente el hijo de Dios.
De igual forma, hoy puedo decir, que no sólo me molesta el abuso que practica la universidad con sus profesores sino que además, tenga que soportar la sorna del rector en forma de sarcasmo epistolar. No puedo por menos que decir: Gracias.