En una economía de la escasez, tal y como la definía Lawrence Lessig consiste en delimitar claramente el acceso a la tecnología que genera un bien o servicio para que no pueda ser accesible a todos de forma abundante y generar, de forma artificial el conflicto y el aumento de precio del bien o servicio.
En estas estamos en la universidad. La política decide invertir más en otros campos que en el educativo, generando distorsiones que redundan en injusticias para todos. En efecto, la tendencia al estrangulamiento y asfixia económica de estos años pasados de la enseñanza y en concreto de la universidad, se agudiza por el gasto extraordinario del CoViD. Es lo que tiene haber estado tantos años lucrándonos de un incremento en la eficiencia a costa de un deterioro brutal de resiliencia.
La traslación de esta decisión al profesorado universitario consiste en generar un embudo en el cual, cuando un profesor tiene un traspiés investigador, su tropiezo lo lleva al ostracismo docente castigándole con una carga lectiva de tal calado, que ya nunca dejará el hoyo en el que ha caído. Son los 32 créditos que te transforman en una mano de obra esclava de la galera docente de la cual ya nunca podrás salir si no es con ayuda externa.
En estos momentos, asistimos a las patéticas demostraciones de nuestros postulantes a rectores de la universidad intentando cuadrar un círculo que de antemano, todos sabemos que no puede cuadrarse porque faltan metros de líneas para poder hacerlo, Ortiz, Capilla y Barat.
Asistimos a sus brindis al sol. Se llenan la boca seduciendo a los remeros de galera prometiéndoles salir a 24 créditos, pero omitiendo la letra pequeña y el coste de hacerlo. Así, tenemos a Barat que no va a bajar
nada que no le paguen desde el gobierno central y si
no hay compensación externa a la UPV, eso significa que no
se va a implementar en la práctica. No así Capilla u Ortiz con propuestas de limitación a 24c a todo el profesorado y con la asignación de 18c máximo a profesores de más de 60 años.
A grosso modo, un profesor contratado cuesta unos 30.000€ al año. Si se le obliga a impartir 32c anuales, eso sale a unos 1000 euros/crédito. Eso significa que el complemento retributivo por productividad de final de año, de media debería bajar unos 1000€ por profesor, esté a 16c, a 24c o a 32c para que fueran todos a los profesores que están a 32c para poder bajarles a 24c y poder tener opciones de investigar o transferir conocimiento a la sociedad y poder ser merecedores de sexenios que les permitan bajar a los ansiados 16c.
La política podría
hacer bajar el complemento proporcionalmente, de forma que los
catedráticos y demás sufrieran bajadas más intensas en sus complementos para pagar a los pobres
compañeros de departamento atosigados. Pero como los que ponen las normas son ellos, ya se sabe a quienes se
les aplicará más la rebaja tanto en valor absoluto como en valor
proporcional.
Es decir, que si quieres bajar de 32 a 24c, teniendo en cuenta que el 25% de los profesores están a 32c, eso significa que se necesitan sacar los recursos del profesorado del orden de 2c por profesor, de media. Eso significa unos 2000€ de media del complemento de productividad a cada uno de los profesores, tengan sexenio activo o no.
Quitando 1000 más a cada uno, habría para cubrir bajas
sobrevenidas y holguras.
Ya le podéis dar las vueltas que queráis, pero si el 86% del presupuesto de la UPV se va en nóminas.... no hay de donde rascar más, salvo que venga una financiación extra del ministerio en forma de sexenio docente que conceda la UPV a todos para bajarnos a todos la carga.
Me imagino que el ministerio, oliéndose el fraude de ley, dará un cupo a cada universidad, generando de nuevo una economía de la escasez para forzar a las universidades a repartirlo entre sus "mejores". Eso no quiere decir que quien no lo reciba no sea bueno. Simplemente es que no habrá para todos de forma deliberada. Obviamente, la formación de doctorandos entrará dentro del "criterio" de formación y excelencia educadora porque, como todo el mundo sabe, hay mucha más excelencia en formar a un doctor que en desbravar a un analfabeto funcional de primero. Así que todos los cátedros que no pudieron colar a los múltiples doctorandos en el sexenio de transferencia, los colarán en el docente y nos dejarán de nuevo a la carne de aula fuera del reparto de un pastel exquisito digno sólo de sus finísimos paladares. No os hagáis ilusiones.
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