miércoles, 29 de noviembre de 2023

Una vuelta de tuerca más. Al chocolate del loro

Informan desde mantenimiento que ya han puesto en marcha la calefacción central del edificio departamental en el que me alojo. Menos mal, porque ya comenzaba a dudar si es que este año no valía la pena ponerla.
Pero mi gozo en el pozo. Por el momento sólo se activará de 7 a 12. ¡Ojo! y si te acuerdas de activarla en tu despacho cuando llegues. Porque si no te acuerdas y cuando ya estás helado caes en la cuenta del frio que hace, entonces, igual ya sólo te queda media hora para intentar calentar el despacho. Y ni se te ocurra ponerla al máximo porque como el edificio es espabilado, que no inteligente, tiene una limitación de la temperatura máxima a la que puedes poner el sistema. Temperatura que es muy inferior a la que puede dar.
Dicen que es por tu bien y por el del planeta. También dicen que cuando ellos decidan, irán ampliando en función de las temperaturas previstas. Es como en Kuwait, que los obreros de la construcción tienen prohibido trabajar a más de 50ºC y, curiosamente, creo que nunca se ha superado dicha temperatura en los últimos años. Luego hablan del calentamiento global. Mentira. 
Me parece muy ilustrativa la medida adoptada por los amos. Esto me da pie a pensar varias asunciones que los amos tienen en la cabeza:
  1. Estamos muy mal económicamente y hay que ratear de donde sea. Obviamente las prioridades no son aumentar la carga docente al profesorado fijos; con el objetivo de contratar menos profesorado asociado y no aumentar plazas de profesores interinos o ayudantes y con ese dinero pagar más calefacción.
  2. Se asume que los profesores mimados son los de la mañana. Por la tarde nunca hace frío y si vienen, que se aguanten.
  3. Aquí se trabaja por las mañanas. Por la tarde se viene a dar clases y uno no se tiene que quedar ni antes, ni después de clase. Se va a casa directamente.
  4. Esta medida forma parte de una campaña más amplia disuasoria para que el profesorado vaya quedándose en casa y venga a la UPV lo mínimo posible, para ir implantando el teletrabajo como norma. Igual, detrás de esto está la intención de reconvertir edificios departamentales en nuevas aulas para las nuevas titulaciones, ahorrándose la construcción de nuevas instalaciones y meternos en grandes salas de boxes anónimos en los que llevar el portátil y atender alumnos en el hueco que consigamos ocupar ese día. Y si no, a ocupar una mesa en la cafetería.
  5. Igual, a lo mejor, se asume que el profesorado YA teletrabaja desde casa y, por lo tanto, cada trabajador asume el gasto de calefacción personalmente, cargando el coste de calefacción en el sueldo; produciendo, de facto, una caída en el poder adquisitivo del profesorado.
Por otro lado, creo que estas medidas se cambiarán en cuanto comencemos a tomar bajas por resfriados y gripes consecuencias de pasar frío en los despachos y/o en el aula.
 
Seremos consecuentes con la voluntad del amo.

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