En la UPV, la NOA reconoció casi 13.000 créditos por arriba del decreto Wert, distorsionando de facto su espíritu.
414 personas acumularon más de la mitad del reconocimiento, mientras 242 no obtuvieron ninguno.
La
preferencia que la NOA otorga a los reconocimientos por gestión, junto
al impacto de la saturación de los departamentos, provocaron que cerca
del 40% de los reconocimientos por méritos docentes, y el 84% de los de
investigación acabaran en manos de profesores cuyos méritos docentes o
investigadores no se los otorgaban. Obviamente se dedicaron a gestión de
la universidad.
Este tipo de actividades no está lo
suficientemente reconocidos en el decreto Wert y por ello, distorsiona
la realidad universitaria.
776 personas tenían reconocimiento por
un cargo académico ese curso, 76 de las cuales, además, lo acumulan con
reconocimiento por cargo en cursos pasados. Más de 500 créditos se
reconocieron por cargos que ya no se desempeñaban. El resto por
asistencia a comisiones. De las 124 personas a las que correspondía
impartir solo 5,5 créditos, solo 3 no tenían un cargo académico, y 19 no
tenían un sexenio vivo.
La NOA está pensada para recompensar las tareas de gestión, sacrificando los méritos docentes e investigadores.
Podéis ver el informe de la aplicación de esta normativa en 2019 en la UPV con más detalle. Está en catalán. Mis disculpas a los castellano hablantes. Lo han elaborado los del sindicato STEPV.
Análisis del decaimiento de la Universidad Española como consecuencia del declive energético mundial. Prácticas con las que intentan taparnos la cara mientras descendemos desordenadamente, cada uno como pueda.
miércoles, 24 de octubre de 2018
viernes, 19 de octubre de 2018
El amo bueno
Si se observa la evolución del gasto en las universidades valencianas en los últimos 13 años, se observa que el pico de gasto fue en el año 2009 con un total de 815.6 millones de euros. Cifra que desciende a unos 800 en los dos siguientes años para pasar a 768 en 2012 y finalmente a unos 670 millones al año desde 2013.
Eso significa que desde 2013, respecto del presupuesto alcanzado en 2009, la Generalitat Valenciana, ha ido sisando a las universidades valencianas un total de 130 millones de euros anuales. Hasta la fecha, un total de 780 millones.
En diciembre de 2014, la Generalitat se hizo cargo de los 1000 millones de euros de deuda que arrastraban las universidades públicas, de forma que de un plumazo, las universidades quedaron saneadas y sin deudas, pero a cambio, se incrementaba en 1000 millones la deuda de la Generalitat. El pacto consistía en saldar dicha deuda desde 2015 hasta 2022. Siete años. En diciembre de 2017, el Consell había saldado ya un total de 418 millones de aquella deuda.
Hagamos algunos números. Desde enero de 2013 hasta enero de 2018, han pasado 5 años. A 130 millones de euro de sisa anual a las universidades, suman un total de 650 millones. El Consell ha saldado 418 millones. Por lo tanto, son las propias universidades las que se han pagado su deuda ellas solitas y además, han contribuido a pagar la deuda NO UNIVERSITARIA del consell en 232 millones anuales, es decir, además de pagarse su deuda, han pagado una mitad más de la deuda al Consell. Esto me recuerda la famosa frase de los empresaros alcoianos: "Aixó ho pague jo"
Si el Consell ha tardado 5 años en pagar el 40% de la deuda, eso significa que en los 5 siguientes años hasta diciembre de 2022, año pactado para acabar con la deuda histórica, sólo se habrá pagado otro 40% y todavían quedarán dos años y medio más para acabar de pagarla. Es decir, que hasta 2025 no se habrán podido pagar los 1000 millones de deuda oficialmente, si bien, habrán salido de nuestras costillas más de 1500 millones.
Y encima las universidades contentas de que el Consell vaya pagando su deuda histórica mientras languidecemos estoicamente. Es lo que tiene la crisis. Pedazo de visionario era Orwell.
El amo bueno.
Eso significa que desde 2013, respecto del presupuesto alcanzado en 2009, la Generalitat Valenciana, ha ido sisando a las universidades valencianas un total de 130 millones de euros anuales. Hasta la fecha, un total de 780 millones.
En diciembre de 2014, la Generalitat se hizo cargo de los 1000 millones de euros de deuda que arrastraban las universidades públicas, de forma que de un plumazo, las universidades quedaron saneadas y sin deudas, pero a cambio, se incrementaba en 1000 millones la deuda de la Generalitat. El pacto consistía en saldar dicha deuda desde 2015 hasta 2022. Siete años. En diciembre de 2017, el Consell había saldado ya un total de 418 millones de aquella deuda.
Hagamos algunos números. Desde enero de 2013 hasta enero de 2018, han pasado 5 años. A 130 millones de euro de sisa anual a las universidades, suman un total de 650 millones. El Consell ha saldado 418 millones. Por lo tanto, son las propias universidades las que se han pagado su deuda ellas solitas y además, han contribuido a pagar la deuda NO UNIVERSITARIA del consell en 232 millones anuales, es decir, además de pagarse su deuda, han pagado una mitad más de la deuda al Consell. Esto me recuerda la famosa frase de los empresaros alcoianos: "Aixó ho pague jo"
Si el Consell ha tardado 5 años en pagar el 40% de la deuda, eso significa que en los 5 siguientes años hasta diciembre de 2022, año pactado para acabar con la deuda histórica, sólo se habrá pagado otro 40% y todavían quedarán dos años y medio más para acabar de pagarla. Es decir, que hasta 2025 no se habrán podido pagar los 1000 millones de deuda oficialmente, si bien, habrán salido de nuestras costillas más de 1500 millones.
Y encima las universidades contentas de que el Consell vaya pagando su deuda histórica mientras languidecemos estoicamente. Es lo que tiene la crisis. Pedazo de visionario era Orwell.
El amo bueno.
miércoles, 17 de octubre de 2018
Sexenio: La unidad métrica nacional de la investigación y promoción
El sexenio es un reconocimiento que se le aplica a cualquier persona de la universidad que se dedique a la docencia o a la investigación (PDI). Básicamente se trata de un
- Un incentivo económico de unos 100€ al mes antes de impuestos por cada sexenio reconocido, esté o no activo.
- Una rebaja en la cantidad de créditos a impartir por el profesor que suele oscilar entre los 8 y los 16 créditos sobre un máximo de 32 que puede llegar a impartir un PDI. Ésto sólo ocurre mientras el último reconocimiento está activo. Activo significa que la última vez que reconocieron un sexenio a un PDI fue hace menos de seis años.
- Para poder obtenerlo, sólo se permite presentar 5 publicaciones de investigación por PDI para ser evaluadas de cara a obtener un sexenio. Pero si el profesor tiene muchas más publicaciones, ¿eso no puede contar para obtener el reconocimiento?¿Acaso no trabajó denodadamente para obtenerlas?¿Acaso esas publicaciones extra no están validadas por revisiones dobles ciegas tanto las publicaciones en revistas de alto impacto como de menor?¿No suponen también un avance para la ciencia? Por otro lado, ¿Por qué cinco y no seis?¿Por qué no siete? Sencillamente porque si se valorara todo, entonces el reconocimiento tendría que ser mayor y no habría coartada para negar el reconocimiento al profesor y por lo tanto, aumentaría el gasto universitario.
- Los criterios para valorarlas se fijan arbitrariamente. Nadie sabe por qué se corta en una puntuación dada o por qué los criterios no pueden relajarse un poco más. Si se quiere valorar la ciencia española, ¿por qué tan poca valoración a los congresos españoles hechos en España por y para científicos españoles? De hecho, se tiene que recurrir a la picaresca de que para que se reconozcan un poco más en los sexenios, se admitan a portugueses e hispanoamericanos para poder aumentar su "valía" aún cuando el grueso de los asistentes seamos los mismos de siempre.
- Por otro lado, los criterios para valorar la valía de un congreso se hacen depender SIEMPRE de métricas extranjeras (principalmente norteamericanas) cuyos oscuros intereses no coinciden con los de los científicos no estado unidenses. Por ello, el acceso a esas publicaciones no sólo está cercenado por el uso no nativo de la lengua sino por el sesgo norteamericano de los dueños de las editoriales y de las empresas que miden el éxito de las mismas.
- Por otro lado, en su desvergüenza maniquea, la bestia penaliza a aquel que se atreve a pedir el sexenio justito. El evaluado se arriesga a perder la mitad de los seis años presentados, de forma que ya no pueden ser considerados para el siguiente tramo de tiempo a evaluar. ¿Acaso el hecho de no llegar al mínimo invalida su esfuerzo y valía? Es decir, que si un PDI se presenta al sexenio y lo pierde, de facto, en la mayoría de los casos, el PDI tiene que esperar al menos 3 años más a poder volver a solicitarlo, de forma que si al año siguiente tuviera una publicación que le permitiera obtenerlo de nuevo, debería esperar DOS años más para poder hacerlo, tirando por la borda todo el trabajo de esos años. ¿Cabe mayor desprecio por parte del ministerio al profesor?
- El Sexenio sólo se puede pedir a final de año. Es decir, que si se dispone de la publicación hábil para obtener el sexenio en febrero, hay que esperar hasta final del año natural para poder solicitarlo.
- Si el PDI tiene la mala suerte de poder obtener otra publicación puntuable en el mismo año, no se puede partir el año de cara a cerrar el periodo de evaluación. Tiene que ir siempre a años naturales completos. Por lo tanto, el PDI pierde la nueva publicación que tiene que añadir al periodo a evaluar sin posibilidad alguna de pasarla al siguiente.
- Por otro lado, el ministerio, hábilmente, no deja presentar los méritos hasta final del año natural, en diciembre y espera hasta el verano del año siguiente para comunicar el resultado de sus evaluaciones. De esta forma, en mayo, a los profesores que no disponían de sexenio activo se les asignará la docencia completa, sin la rebaja correspondiente por tener sexenio para el curso siguiente. Así, al profesor se le extraerá otro curso a docencia completa incluso aunque haya tenido una evaluación positiva.
- La universidad, no obstante, cuando acaba el sexenio, mantiene un año más la reducción docente a la espera de que el profesor obtenga la evaluación positiva, incluso si al final no la hubiera obtenido. Con ello, se produce un desfase de un año en la aplicación de las reducciones docentes. No obstante, si el profesor se jubila mientras tanto o abandona la docencia, ese año se lo gana la universidad. Porque, al fin y al cabo, ha salido de las costillas del profesor anteriormente.
- No existe un paso gradual, desde la investgación a la docencia tras la pérdida del sexenio. Por ejemplo, si la pérdida de sexenio hace pasar al profesor de 16 créditos anuales a 32, el primer año de la pérdida del sexenio, se podría aumentar en 3 créditos la docencia universitaria del profesor. Esto sería una llamada de atención para que se pusiera las pilas e intentara ganarlo de nuevo, pero sin asfixiarlo. Si al segundo año no lo hubiera conseguido, se le añadirían otros 3 y así sucesivamente hasta que tuviera la docencia completa u obtuviera de nuevo el sexenio.
- ¿Qué pasa con un profesor que ha obtenido un 95% de la valoración positiva pero no ha llegado a obtener el sexenio completo? Que lo pierde todo y además se le penalizan tres años de su trabajo. ¿No podría optar el profesor a disfrutar del 95% de las rebajas del sexenio?
martes, 16 de octubre de 2018
Sexenio y jubilación
El Real Decreto Ley 14/2012 de 20 de
abril determina el número de créditos ECTS que debe impartir un PDI
funcionario a tiempo completo en función de si su último sexenio está
vivo y del número de sexenios consecutivos.
La normativa especifica que la evaluación positiva de un sexenio tiene efectos retroactivos. Por ejemplo, si la evaluación positiva de un sexenio se comunica en junio de 2019, su efecto entra en vigor con efectos retroactivos desde el 1 de enero de 2019. Es decir, el efecto de la evaluación positiva debería aplicarse en el curso 2019/20.
Dado que las notificaciones de la aceptación o rechazo del sexenio llegan en junio, cuando la asignación de la docencia para el curso siguiente ya ha sido finalizada, ya no se puede ajustar dicha situación a la nueva situación y pospone la aplicación de la normativa legal al curso siguiente, es decir, que se aplica el efecto de la evaluación positiva en el curso 2020/21, en vez del curso 2019/20, contraviniendo la ley.
Como la mayoría de las veces los sexenios que se solicitan suelen ser evaluados positivamente, la cantidad de créditos de más asignados es considerable y el ahorro que eso significa para la universidad es considerable. Por eso lo hace.
Un ejemplo de la aplicación de esta normativa es que muchos PDIs que se jubilan con un sexenio vivo habrán dado hasta medio año más de docencia de la que le hubiera correspondido si se cumpliera la ley.
Póngase como ejemplo a dos PDIs, un Catedrático y un Titular. El primero tiene tres sexenios consecutivos y el segundo dos. Los dos solicitan un nuevo sexenio al finalizar 2018. Supongamos que a ambos se les concede el sexenio correspondiente. Atendiendo al Real Decreto antes mencionado, ambos PDI deberán impartir un máximo de 16 créditos ECTS el curso 2019/20. ¿Qué ocurrirá en la realidad? Se le asignará a cada uno una carga de 24 créditos (8 más de los debidos). Si ambos PDI cumplen 60 años en 2020, deciden jubilarse y no empezar el curso 2020/21, no habrán disfrutado de la reducción que les corresponde por ley durante un curso entero, lo que supone a ambos impartir un 50% más de docencia que ninguno de ellos recuperará ni por la que recibirán nada a cambio. Esto va a ocurrir en la mayoría de los casos, independientemente de la edad de jubilación, siempre que la persona que se jubile tenga un sexenio vivo.
La normativa especifica que la evaluación positiva de un sexenio tiene efectos retroactivos. Por ejemplo, si la evaluación positiva de un sexenio se comunica en junio de 2019, su efecto entra en vigor con efectos retroactivos desde el 1 de enero de 2019. Es decir, el efecto de la evaluación positiva debería aplicarse en el curso 2019/20.
Dado que las notificaciones de la aceptación o rechazo del sexenio llegan en junio, cuando la asignación de la docencia para el curso siguiente ya ha sido finalizada, ya no se puede ajustar dicha situación a la nueva situación y pospone la aplicación de la normativa legal al curso siguiente, es decir, que se aplica el efecto de la evaluación positiva en el curso 2020/21, en vez del curso 2019/20, contraviniendo la ley.
Como la mayoría de las veces los sexenios que se solicitan suelen ser evaluados positivamente, la cantidad de créditos de más asignados es considerable y el ahorro que eso significa para la universidad es considerable. Por eso lo hace.
Un ejemplo de la aplicación de esta normativa es que muchos PDIs que se jubilan con un sexenio vivo habrán dado hasta medio año más de docencia de la que le hubiera correspondido si se cumpliera la ley.
Póngase como ejemplo a dos PDIs, un Catedrático y un Titular. El primero tiene tres sexenios consecutivos y el segundo dos. Los dos solicitan un nuevo sexenio al finalizar 2018. Supongamos que a ambos se les concede el sexenio correspondiente. Atendiendo al Real Decreto antes mencionado, ambos PDI deberán impartir un máximo de 16 créditos ECTS el curso 2019/20. ¿Qué ocurrirá en la realidad? Se le asignará a cada uno una carga de 24 créditos (8 más de los debidos). Si ambos PDI cumplen 60 años en 2020, deciden jubilarse y no empezar el curso 2020/21, no habrán disfrutado de la reducción que les corresponde por ley durante un curso entero, lo que supone a ambos impartir un 50% más de docencia que ninguno de ellos recuperará ni por la que recibirán nada a cambio. Esto va a ocurrir en la mayoría de los casos, independientemente de la edad de jubilación, siempre que la persona que se jubile tenga un sexenio vivo.
lunes, 15 de octubre de 2018
El Sexenio: el anillo único que controla a todos
Disponer de un sistema de medición de la calidad y cantidad de investigación que realiza un profesor universitario al que se le paga por hacer ese trabajo es algo lógico. ¿Quien se opone?
En España, la unidade de medida del Sistema Métrico Decimal de la investigación es el Sexenio.
Al principio, no afectaba más que económicamente al profesor y en todo caso, a largo plazo para alguna oposición.
Una vez aceptada "la bestia" y sometido todo el PDI (Personal Docente e Investigador: profesores, becarios, contratados, investigadores a tiempo completo,...) a su dominio; su amo, el ministerio de educación, comenzó a multiplicar los mandos de ajuste: valoración de congresos, revistas, comisiones, catalogación según el nivel de internacionalización, sometimiento a métricas externas, reconocimientos, patentes,... y posteriormente a sintonizar los mandos según sus intereses.
La bestia siempre da un número (la marca de la bestia) que se impone en la frente del fiel desde el ministerio y que sirve para clasificar al profesorado. El sexenio es el anillo que representa el poder del Señor Oscuro Wert sobre los demás anillos de poder: oposiciones, concesión de proyectos de investigación, tesis doctorales,...
Este mecanismo que debería ser empleado para detectar y promocionar a los mejores científicos, tiene en realidad una agenda oculta cuyo fin no declarado es el siguiente:
El impacto económico que acompaña a un sexenio es el que pretende evitar a toda costa el ministerio. Esta es la razón fundamental de la centrifugación. Esto, unido al ERE encubierto al que se está sometiendo la universidad española, hace que cada vez la carga docente por profesor universitario vaya aumentando en detrimento de su dedicación investigadora.
Con un mecanismo único de evaluación de investigación, se está eliminando de la métrica a todos los divulgadores científicos cuyo trabajo social es tan importante y que no se valora en absoluto, se está laminando a todos los docentes que publican en revistas de educación y cuyo impacto en el criterio actual es nulo, se degrada la valoración de la ciencia nacional al menospreciar revistas no indexadas españolas y congresos nacionales, se elimina la tentación de realizar publicaciones docentes tipo manuales, libros,... Por no hablar del apartado de gestión que ahora ya no vale nada.
Resumiendo, el sexenio es un mecanismo diabólico que
En España, la unidade de medida del Sistema Métrico Decimal de la investigación es el Sexenio.
Al principio, no afectaba más que económicamente al profesor y en todo caso, a largo plazo para alguna oposición.
Una vez aceptada "la bestia" y sometido todo el PDI (Personal Docente e Investigador: profesores, becarios, contratados, investigadores a tiempo completo,...) a su dominio; su amo, el ministerio de educación, comenzó a multiplicar los mandos de ajuste: valoración de congresos, revistas, comisiones, catalogación según el nivel de internacionalización, sometimiento a métricas externas, reconocimientos, patentes,... y posteriormente a sintonizar los mandos según sus intereses.
La bestia siempre da un número (la marca de la bestia) que se impone en la frente del fiel desde el ministerio y que sirve para clasificar al profesorado. El sexenio es el anillo que representa el poder del Señor Oscuro Wert sobre los demás anillos de poder: oposiciones, concesión de proyectos de investigación, tesis doctorales,...
Este mecanismo que debería ser empleado para detectar y promocionar a los mejores científicos, tiene en realidad una agenda oculta cuyo fin no declarado es el siguiente:
- Mantener la zanahoria de la excelencia investigadora delante de los burros científicos que empujan del carro de la ciencia al tiempo que los distrae para que no se den cuenta del descendimiento científico de nuestra universidad.
- La economía, cada vez más escasa de recursos, va centrifugando a la clase media de forma que sus restos van cayendo inexorablemente bien en los ricos (los menos) bien en los pobres. Es decir, el objetivo maniqueo es acabar con la clase media científica de forma que, al final hayan unos cuantos grupos de investigación punteros bien subvencionados al tiempo que en el camino, desaparezcan el resto por inviables. A estos, además, se les echará en cara el no haber dado la talla. Y se lo creerán. Esa es la segunda intención: apaciguar a la res viva mientras se asa a fuego lento.
El impacto económico que acompaña a un sexenio es el que pretende evitar a toda costa el ministerio. Esta es la razón fundamental de la centrifugación. Esto, unido al ERE encubierto al que se está sometiendo la universidad española, hace que cada vez la carga docente por profesor universitario vaya aumentando en detrimento de su dedicación investigadora.
Con un mecanismo único de evaluación de investigación, se está eliminando de la métrica a todos los divulgadores científicos cuyo trabajo social es tan importante y que no se valora en absoluto, se está laminando a todos los docentes que publican en revistas de educación y cuyo impacto en el criterio actual es nulo, se degrada la valoración de la ciencia nacional al menospreciar revistas no indexadas españolas y congresos nacionales, se elimina la tentación de realizar publicaciones docentes tipo manuales, libros,... Por no hablar del apartado de gestión que ahora ya no vale nada.
Resumiendo, el sexenio es un mecanismo diabólico que
- Pervierte las relaciones personales entre el profesorado, de forma que transforma la estancia en la universidad en una carrera por medio de la cual se intenta verter la carga docente en el resto de compañeros.
- Polariza y clasifica al profesorado en buenos (tienen sexenio vivo) y malos (no tienen sexenio),
- Genera una sociedad clasista: clase alta tiene muchos sexenios (capataces egipcios), clase baja de esclavos docentes que sucumbe bajo los troncos sobre los que ruedan los sillares de la pirámide universitaria.
- Consagra el aforismo universitario de "Mi labor investigadora y mi carga docente"
- No valora en absoluto la labor docente dado que si cumples con los requisitos investigadoes te reducen docencia, pero si cumples con los requisitos docentes, no te la rebajan
- Genera un efecto diodo, de forma que la corriente de profesores puede pasar rápidamente de la parte positiva (sexenio activo) a la negativa (docencia completa), pero no se establece un mecanismo de vuelta equivalente.
- No existe el derecho a la redención.
- Cada vez la pendiente de caida va inclinándose más, polarizando cada vez más a la universidad.
miércoles, 10 de octubre de 2018
ERE Universitario via jubilaciones
La Universidad es muy cara y es un servicio sobredimensionado. Realizar un ERE abiertamente pondría en pie de guerra a todo el mundo universitario, principalmente estudiantes y sindicatos al tiempo que dejaría en evidencia al gobierno.
Por lo tanto, hay que disimular haciendo que la universidad siga en un mundo BAU (Busineses As Usual) al tiempo que se reducen sus fondos y se niega la evidencia.
En este sentido, se impuso en el pasado una tasa de sustitución de una plaza nueva por cada 10 jubilaciones. De modo absolutamente electoralista, Mariano Rajoy amplió esta tasa de sustitución vegetativa a 1 a 1. Esta medida que parece que viene a sanear a la universidad y reverdecerla, en realidad no hace sino mantener el cuadro de descendimiento. Por lo tanto, aquellos profesores que:
Debido a la ley Wert (Mariano Rajoy), aquellos profesores que no llegan a obtener un sexenio, pasan automáticamente a 32 créditos (el máximo posible que se le puede sacar a un profesor universitario con la ley en la mano). Los profesores que llegan a los 60 años, suelen haber obtenido su plaza antes del 2004, por lo que son gestionados por MUFACE. Eso significa que son considerados clases pasivas y pueden jubilarse a los 60 años si cumplen una serie de requisitos.
Todos aquellos profesores que tienen más de 60 años y están a 32 créditos, se jubilan. Aquí ganan todos:
Por lo tanto, hay que disimular haciendo que la universidad siga en un mundo BAU (Busineses As Usual) al tiempo que se reducen sus fondos y se niega la evidencia.
En este sentido, se impuso en el pasado una tasa de sustitución de una plaza nueva por cada 10 jubilaciones. De modo absolutamente electoralista, Mariano Rajoy amplió esta tasa de sustitución vegetativa a 1 a 1. Esta medida que parece que viene a sanear a la universidad y reverdecerla, en realidad no hace sino mantener el cuadro de descendimiento. Por lo tanto, aquellos profesores que:
- Abandonan la universidad porque encuentran mejores ofertas en otras universidades, empresas privadas o centros de invetigación, hastiados de la falta de oportunidades para poder desarrollar su labor docente e investigadora, no son repuestos porque sólo se reponen (ofertan nuevas plazas) aquellos que se jubilan.
- Se mueren antes de que lleguen a jubilarse, tampoco se reponen.
- Se dan de baja por incapacidad, pero no se jubilan, tampoco computan como plaza a restituir.
Debido a la ley Wert (Mariano Rajoy), aquellos profesores que no llegan a obtener un sexenio, pasan automáticamente a 32 créditos (el máximo posible que se le puede sacar a un profesor universitario con la ley en la mano). Los profesores que llegan a los 60 años, suelen haber obtenido su plaza antes del 2004, por lo que son gestionados por MUFACE. Eso significa que son considerados clases pasivas y pueden jubilarse a los 60 años si cumplen una serie de requisitos.
Todos aquellos profesores que tienen más de 60 años y están a 32 créditos, se jubilan. Aquí ganan todos:
- La universidad se deshace de un sueldo elevado (acumulación de quinquenios, sexenios, plazas de titulares,...) y cuando convoca la nueva plaza, esta tiene menos coste que la jubilada.
- El profesor jubilado deja de impartir la docencia que le correspondería antiguamente a un Titular de Escuela Universitaria o asociado, aunque sea catedrático. Si ha perdido el sexenio, la ley es inexorable.
- El nuevo profesor que gana la plaza mejora su carrera profesional al pasar de la figura de contratado a funcionario.
- Aparentemente la media de edad del departamento baja, pero sólo provisionalmente, aunque la mediana quede más o menos igual si el departamento es mediano o grande.
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