Recoge hormigas negras y rojas. Ponlas en un jarro de vidrio. En principio, nada pasa.
A continuación, sacude el tarro y déjalo en la mesa. Las hormigas comenzarán a matarse entre sí. Las rojas creen que las negras son las enemigas, mientras que las negras creen que las rojas son las enemigas. Entre tanto, el verdadero causante del desaguisado es la persona que sacudió el jarro, que mira complacido el espectáculo.
Así pasa con la universidad. Pon en la misma universidad a profesores que investigan mucho y a profesores que prefieren priorizar la docencia. El profesor que investiga mucho, no puede impartir la misma carga docente que otro que no lo hace tanto, porque quiere dedicar su tiempo más a la investigación. Investigación que, en realidad, nadie le está obligando a realizar. Es algo libre y voluntario.
A continuación, el amo del tarro, pone cebos para que piquen los gestores de la universidad: la calidad de la universidad se mide por la calidad de su investigación. Al tiempo, reduce los fondos dedicados a la universidad. Por lo tanto, para conseguir más fondos, hay que investigar; pero para investigar, hace falta reducir parte del tiempo que ya se dedica a la docencia. El día sólo tiene 24h.
Si por estrategia universitaria, quiere que ese profesor dedique más tiempo a investigar, en buena lógica, debería de contratar a más profesorado para que imparta la docencia que se le ha quitado al profesor que se dedica a investigar.
Sin embargo, aquí es donde viene la maldad del que agita el tarro de la universidad: se genera una economía de escasez deliberadamente no contratando a nuevo profesorado, con lo que en la práctica, los profesores que investigan mucho, para que puedan hacerlo, acaban sobrecargando de la docencia al resto. Consecuencia, los profesores que imparten una buena docencia universitaria, acaban asumiendo más carga de la que deberían, reduciendo su calidad.
Las hormigas rojas docentes acaban mirando mal a las hormigas negras investigadoras, luchando entre sí para conseguir quitarse de encima la carga docente. Carga docente generada artificialmente por una carga investigadora inasumible en las condiciones económicas que ha planteado el amo del tarro universitario.
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