La universidad está compuesta por muchos distritos empobrecidos deliberadamente. En el pasado, se crecieron a costa el rico ministerio de educación y ciencia pero el estado asfixió tanta glotonería vía recortes presupuestarios, tanto en docencia, como en investigación y en gestión.
Desde entonces, cada año, son seleccionados sin sorteo, tanto el PAS como el PDI y obligados a participar en los “Juegos del Hambre”.
Estos juegos son un evento NO televisado donde los participantes deben luchar por su supervivencia académica en un estadio llamado
“La Universidad”, de forma que cada año, un estamento académico queda señalado como perdedor y los demás simplemente se contentan con sobrevivir y dar gracias por no haber sido elegidos ese año. El estamento perdedor recibirá grandes recortes y cargas adicionales de trabajo a las que que cada vez más, tendrán que hacer frente con menos recursos tanto personales como cualquier otra índole.
Por ejemplo, en el año 2013, el estamento seleccionado, fue el profesorado asociado. No fue despedido, simplemente, no se le renovó el contrato anual y quedaron prácticamente extintos de facto. Obviamente, el resto de profesorado, se tuvo que hacer cargo de su docencia, de ahí la lucha por quitarse la carga de encima que dió pie a estos famosos "juegos del hambre".
Los estamentos universitarios han interiorizado el juego externo al que someten a los diferentes distritos universitarios y replican este juego internamente llevando esta mecánica a los diferentes estamentos existentes: catedráticos titulares, contratados, indefinidos, asociados, becarios,...
Los estamentos no se quejan de jugar cada año a este macabro juego,
simplemente se van adaptando en su lucha por la supervivencia intentando
que cada año caiga la carga en los estamentos menos favorecidos.
Cada año, los recursos humanos van menguando gracias a un ere encubierto vía jubilaciones, se van sisando reconocimientos docentes por el mismo trabajo que hacías antes, o simplemente no te lo reconocen lo hagas o no, el incremento de cargas encubierto y más cargas y más cargas,...
Un efecto secundario de todo esto es la apatía y desgana que se genera en el profesorado, el aumento de la cantidad de profesorado que entra en el síndrome del profesor quemado, la sobrecarga de trabajo, la incapacidad de llegar a nada y sobre todo, que las expectativas no son nada alagüeñas.
Pero lo más escabroso del tema es la falta de reacción del PDI de la universidad que ve esta realidad como una profecía inexorable que se ha volcado sobre nuestros hombros y que hay que aceptar como impuesta por la fatalidad del destino. Hemos asumido los juegos del hambre como parte de nuestra realidad y como una forma de ser y estar en el mundo universitario agradecidos de que esto todavía esté así y con la esperanza de que cada vez más la situación si cambia, será a peor.
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