Siguiendo con el análisis del PROTOCOLO DE ATENCIÓN A LA IDENTIDAD Y EXPRESIÓN DE GÉNERO DE LA UNIVERSITAT POLITÈCNICA DE VALÈNCIA que apareció en el Boletín Oficial de la UPV nº 113 el pasado 26 de abril de 2018, se puede ver en su artículo 2 que se obliga a que este protocolo sea de aplicación a cualquier miembro de la comunidad universitaria en sus actividades y actuaciones. Es decir, que nadie puede realizar actividades de ningún tipo sin dejar de cumplir este protocolo.
En su artículo 3, punto 1 se reconoce la libertad, dignidad e igualdad de las personas trans. Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos con independencia de su identidad o expresión
de género.
SORPRESA. Yo pensaba que esto ya estaba recogido implícitamente en la declaración universal de los derechos humanos, en la constitución española y en el código civil y penal. Pero, por lo visto, hacía falta un reconocimiento explícito para la condición trans. Mi pregunta viene a cuento de por qué en este protocolo que habla de "Identidad y Expresión de Género", la UPV no incluye también explícitamente la atención y la expresión de los
hetero, que curiosamente somos la inmensa mayoría silenciosa ninguneada de facto en este protocolo. Dadas las circunstancias, parece ser necesaria esta reglamentación.
En su punto 3, la universidad velará por los derechos de las personas miembros de su comunidad universitaria a ser tratadas de acuerdo con la identidad de género a la que sienten pertenecer. Traducido, el SENTIR por encima del SER. Lo cual me da pie a pensar que, si en una cosa tan evidente como el sexo, de forma explícita se dictamina que el sentirse supera al ser, deberíamos en buena lógica y consonancia, legislar adecuadamente a los bedeles que se sienten profesores, a los asociados que se sienten catedráticos, a los alumnos que llevando una camiseta del Madrid se sienten del Barça o a los valencianos que siendo de raza caucásica se sienten chinos. Cuantitativamente hablando, hay menos diferencia genética entre una mujer valenciana hembra y una mujer china hembra que entre un hombre valenciano y una mujer valenciana.
Es absolutamente discriminatorio para todos estos colectivos y para todos aquellos no mencionados aquí que se legisle para eliminar la discriminación por SENTIRSE de un sexo distinto que por SENTIRSE de una raza, partido, conición laboral, equipo de futbol o lo que sea diferente.
Esta ley, queriendo ser igualitarista, genera precisamente, por omisión, una discriminación patente al resto de la población no considerada. El resto de puntos del artículo también siguen el mismo planteamiento. Atención explícita para algo que lo que no participamos de esa realidad también nos merecemos y que suponíamos ya estábamos cubiertos por la legislación anterior a este protocolo.
Bajo la coartada de defender a la minorías oprimidas, generamos de forma artificial un ghetto que ahonda precisamente en aquello que se pretendía eliminar.
Imagínense una ley parecdia para los judios, o para los negros, o para los gitanos o para los amantes de los legos o coleccionistas de muñequitos de Pin y Pon. Francamente, me parece ridícula esta impostura de la UPV.
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