Desde hace muchos años, no estamos en un ajuste económico, sino en el comienzo de un cambio de paradigma que afecta a toda la estructura y naturaleza de la institución universitaria. Las intenciones ocultas, no declaradas por parte de las autoridades educativas son las siguientes:
- El profesorado principalmente se debe dedicar a dar clases. Las clases deben ocupar cuanto más tiempo mejor. La rentabilidad del profesor se mide por las clases que imparte. De acuerdo con la Orden JUS/797/2012, de 29 de marzo aparecida en el BOE, una jornada semanal de 37.5h significan 1625h anuales de trabajo; punto tercero de la disposición. Un profesor a 32 créditos anuales, teniendo en cuenta que por cada hora de docencia necesita al menos otra para prepararse el discurso y al menos media para preparar el examen, no digamos para corregirlos,…. eso suma no menos de 30h por crédito de dedicación del profesor. 32 créditos a 30h/crédito, son 960h dedicadas sólo a la docencia pura y a su preparación y gestión. Si añadimos los desplazamientos internos desde el despacho al aula, las tutorías, reuniones de unidades docentes, reuniones para seguimiento de los resultados de la asignatura, de preparación de pruebas evaluatorias,… se puede disparar a 10h más por crédito, es decir, 320h adicionales. Es decir, que ya sólo quedarían ” libres” 1625- 960 – 320 = 345h que se irán en seguimiento de proyectos fin de carrera, dirección de tesinas y demás. ¿Cuando investigo?. Nunca. ¿Y como ya no podrá hacerlo, para qué quiere tanto presupuesto de investigación?
- Como consecuencia de lo anterior, la calidad de la docencia y la implantación de las metodologías activas que propugnaba Bolonia, queda reducido de facto a hacer lo que hemos venido haciendo sin Bolonia. El parto de los montes.
- La investigación la costea la empresa privada. Si tu investigación no tiene frutos útiles e inmediatos, no investigas. Esto eliminará cierta investigación supérflua o cosmética pero ciertamente eliminará también mucha investigación de fondo cuya utilidad a largo plazo resulta estratégica para el país y va más allá del retorno inmediato que exigen muchas empresas privadas.
- La incapacidad para poder dedicarse a temas de gestión redundará en la contratación de gestores profesionales que no impartan docencia ni investiguen que tendrán que dirigir a profesores e investigadores, al estilo de la gobernanza universitaria americana. Esto tendrá como efecto el encarecimiento del coste de la universidad y de la profesionalización tanto de docentes, como de investigadores como de gestores. ¿Sabran entendernos los gestores?¿Deberemos añadir la incomprensión de unos gestores no universitarios a los padecimientos actuales?¿Se convertirá la universidad en una empresa pública?¿Tras convertirnos en empresa pública, será más fácil realizar un ERE?¿O ya lo estamos haciendo?
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